miércoles, 17 de noviembre de 2010

Esenciales.



Uno, dos, tres… ¿Aun tres?
Aun faltaban tres jodidos días para verlo, pero Elizabeth ya tenía la ropa preparada y llevaba con la sonrisa en la cara una semana. Se preguntaba si el estaría igual de emocionado y si le daría un beso según se vieran. Ya llevaban tiempo juntos, pero cada vez que lo veía volvía a sentir el nerviosismo de la primera vez. Es difícil describir la mirada que ponía cuando hablaba de el, los ojos le brillaban y tenían un color especial. Podía pasarse toda la tarde hablando de el en la plaza con sus amigas, que cuando llegaba a casa, si tenía nuevas noticias, las llamaba una por una contándoles lo feliz que se sentía. Ellas  la habían visto de muchas maneras, triste tras la muerte se su abuelo, y rabiosa tras contemplar como le daban una paliza a su mejor amigo sin ella poder hacer nada, pero ahora, era la primera vez que la veían feliz. Elizabeth no era nada más allá que una simple alumna de 1º de Bachiller de pelo lacio, delgada y siempre con esa sonrisa tan natural en la cara. A pesar de los palos que le diera la vida, era una de las personas más felices que he visto en mucho tiempo. Ni dinero, ni joyas ni posesiones, solo las necesitaba a ellas y como no, a ÉL.

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